Muy buenos días. He vuelto, espero que para quedarme.
Habiendo pasado un tiempo más que considerable desconectado de las múltiples vías de información internetil, cosa que, bien he de decir, me ha mantenido totalmente tranquilo en mi ajenidad al mundo; si es cierto, que se ha echado de menos por la actividad que me genera, dada la capacidad de acomodo que soy consciente que tengo, y que desarrollo sin reparo ni pudor alguno en cuanto las circunstancias son favorables al abotargamiento.
Ni que decir tiene que pasando epocas de letargo mental, de relajo del subsconciente, llegando a trasnocharse en inconsciente, uno se manifiesta en contra de sí mismo, procurando tomar la bastilla de su cabeza, y decapitar a las neuronas apoltronadas y acomodadas que se han apoderado de uno hasta ahora. C’est finni!! (leñe, un poseimiento afrancesado, puagh!!)
El caso, el tema, el asunto, el motivo, el por qué…evitar la desidia como inercia que avoca al paulatino abandonamiento de uno mismo al laissez passer, y más al faire, al buscar, al llamar, al pedir, ya no al resto si no a uno mismo. Y dado que sufro repentinos ataques de “engabachamiento” en este enajenamiento impropio de mi progermánica filia (sí, tengo amistades francesas, y pro-francesas, nadie se escandalice, s’il vous plait / bitte / please), en un alarde más de rocambolesca suerte de referencias poco habituales, me gustaría citar al evangelista Lucas, capítulo 11, versículo 9:
«Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre»
Y tanto mi persona al resto, como a mi mismo, como a su vez, en sentido inverso, nos volvemos a poner en marcha, a andar, a veces a correr, pero sin perder el rumbo y camino, de donde queremos llegar. Uno aprende o bien antes de emprender la tarea, o una vez en su ejecución, si surge algún problema, o inconveniente, afrontándolo y solucionándolo, pero no con la quietud o inmovilismo hierático propio de un kuroi.
Y como decía el otro…el movimiento se hace andando, o caminando como cantaba Joan Manuel Serrat en palabras de Antonio Machado.