Ya ha pasado más de una semana, y sigo sin creermelo del todo. Uno hace su vida, pero lo que ha visto, queda grabado.
El primer día pensaba que si salía Godzilla de debajo de una ola, que viajaba a 600 km/h por mitad del océano, no me sorprendería más de lo que habían conseguido las imágenes que había visto por internet.
Al día siguiente, en boca de todos, la catástrofe de Japón, es una conmoción internacional…para la mayoría que no está bombardeando población civil, o mandando tropas a ayudar a sus afines. Más videos, más fotos, más información, y alarma nuclear.
Hace unos días, leído en Microsiervos (recomendabilísima página: acceso aquí), en su apartado de Fotografía (de los múltiples que tiene), aparecía un video que ha suscitado no poca polémica, “Aftermath – The Japanese Tsunami” de Dan Chung (aparecido previamente en The Guardian), y que ellos postean como sigue:
Aftermath: buscando el toque ¿artístico? en la devastación en Japón
(Recomendable ver a pantalla completa)
Tengo la sensación de que salvo por réplicas del terremoto, fusiones del núcleo de alguna central nuclear, maremotos, o catástrofes naturales de similar índole, lo acontecido en la costa japonesa, y por ende a todo Japón, deja de ser tan importante como al principio, por que ya no es una noticia candente. Y eso en cierta medida, lo veo algo triste, siendo lamentablemente connatural a la vida contemporánea.
Pasados los días en que la tierra se sacudió, tembló e impulso una gigantesca ola hacia el país nipón, la gente que ha padecido este desastre, sigue en el mismo sitio que los dejaron las cámaras, los periódicos, y el agua.
Considero que cabe destacar, que al menos por la información que me ha llegado, la sociedad y ciudadanía japonesa, en mitad del desconcierto provocado por el caos, no han perdido el civismo ni la ética propia de su cultura milenaria, basada, amén de en una férrea estructura jerarquizada (aunque hoy menos) en el zen y el bushido. Y eso, hoy día, también debe ser noticia.
Mi visión particular y artística, humildemente, en un caso, pretende representar el acto de interiorización que debe suponer un hecho que afectando a un pueblo que se encuentra a miles de kilómetros de nosotros, sufren, padecen y se disponen a reponerse de este desastre. Tomando como punto de inspiración y partida la imagen del Buda sentado en postura de meditar, situado en la ciudad de Kamakura.
Y por otro lado, intenta plasmar, partiendo de la celebérrima estampa japonesa de hace dos siglos (primera mitad del siglo XIX) del artista japonés Hokusai, “La gran ola de Kanagawa”, (Kanagawa: prefectura donde esta sita la ciudad de Kamakura, mencionado anteriormente) el hecho en sí: una gran masa de agua tragándose una porción de tierra, donde reside el pueblo del sol naciente y que ha visto muchas vidas segadas (de ahí la gota roja en mitad del documento).
Que lo que acontece hoy, nos sirva para saber actuar mañana.
Conforme recoge Jocho Yamamoto, samurai, en su libro Hagakure (obra escrita entre 1710 y 1717):
"Existe lo que se da en llamar actitud en la tormenta. Cuando a uno le
alcanza un inesperado chaparrón,se puede hacer dos cosas:o bien se
echa a correr lo más rápido posible, o se pone uno a resguardo bajo
los aleros de las casas que bordean el camino. De todas formas,
siempre se terminará mojado.
Pero si uno se prepara mentalmente, y con anticipación, a la idea
de quedar mojado, no se sentirá muy contrariado por la llegada de la
lluvia.
Se puede aplicar beneficiosamente este principio a cualquier
circunstancia"