Comenzado el año, con el precinto puesto, recogidas las decoraciones navideñas, emprendemos un nuevo camino anual, en el cuasi-eterno continuo de nuestras vidas.
Hagamoslo conscientes de que lo que deba venir, lo que está por llegar, ya estuvo una vez, y volverá a estar; cuánto mejor deberemos afrontarlo si nuestras voluntades, pretensiones y deseos, se aúnan en el construir, en el aprender, en el enseñar, en el educar. Siempre desde los principios básicos de lo que debe llamarse educación, no refiriéndome a los conceptos o conocimientos básicos académicos, si no de aquellos profundos que deben vertebrar nuestra vida, en lo social, en lo afectivo…en definitiva, en lo humano.
Éstos, deberán calar en los infantes, germinar en los púberes, y verse reflejados en la sociedad del mañana. En la voluntad propia inherente a cada uno, encontraremos las barreras y obstáculos que debemos saltar, sortear, esquivar, solventar, resolver, con nuestros propios medios, para la consecución de una mejoría en la vida; que en consonancia con otras, harán que por efecto multiplicador, alcancemos el estado de armonía.
Siendo responsables todos, maestros y aprendices de la vida, fomentemos, difundamos, compartamos, el mensaje de “The Dalai Lama Center”. Enseñar y educar no es lo mismo, pero todos aprendemos cosas, hagamos que sea lo mejor.