Una tarde anodina en la que buscaba distracción, recogieron las teachers mi llamada, y no declinaron mi propuesta, mi autoinvitación. Me desplacé al centro. Ellas disfrutaban de la cena y yo de su compañía. Mientras había un peculiar camarero que iba y venía…con cócteles en las manos, con bandejas y con platos…tenía una faz con personalidad…iba y venía. Cerveza. Comida. Cócteles. Sangría. Un poco de cena…un poco de sangría. Ya no había tarde anodina. Nos fuimos a buscar a más gente y entrar a otro sitio…nos sedujeron con mojitos…y yo en mi mundo, haciendo fotos, almacenando recuerdos…y evocando pensamientos. Unas risas, unas fotos…se terminó la bebida. Y decidimos recogernos. Se terminó el día…y no hubo tarde aburrida.