A veces el tiempo parece no pasar; se detiene en el borde del papel que escribo, en el canto de la esquina de mi cuarto, en el límite de mi campo de visión, en la linde de mi subconsciente…o simplemente deja de pasar. Se agota y se para, el segundero retrasa su movimiento que demora al minutero, y las horas se estancan. Mientras, pienso. Deambulo de la vigilia al sueño, y viceversa. Paseo interminable entre pensamientos fugaces, en recuerdos difusos y en voluntades apagadas…el día titila, mientras la noche avanza, mi cuerpo yace en la cama, mientras mi mente revolotea sin querer descansar. Sensación de quietud eterna. “¿Cuánto habrá transcurrido desde que me acosté?”, rondaba mi cabeza, cuando…de súbito, me quedé dormido.